lunes, 18 de marzo de 2013

LOSS


Me desperté con un grito. Creí que estaba soñando, pero no. Sonia estaba encogida, en posición fetal y las lágrimas salían como hilillos de sus ojos.
-¿Qué te pasa, honeybunny?
Movía la cabeza y apretaba los labios.
-Sonia por favor, cariño, dime algo.
-Me duele-sollozó-me duele mucho.
-¿Qué te duele?-pregunté asustado-Déjame  ver.
Me incorporé para ponerme más sobre ella de lo que ya estaba. Tenía la mano sobre el abdomen. Levanté las sábanas y lo ví. Sentí que me ahogaba, que me encendían una cerilla en plena tráquea, pero mantuve la calma para no alarmarla. Ella no se había dado cuenta, imaginé que debía dolerle mucho para no sentir la humedad, su lado de la cama estaba totalmente empapado en sangre. ¡Maldita sea, no podía estar pasando esto!
Me levanté de la cama y me fui a su lado. Agarré su mano y se la besé, durante unos segundos lloré en silencio. La miré a los ojos proyectando todo el amor que fui capaz.
-¡Escúchame, nena!. ¡Mírame!
Abrió de nuevo los ojos enrasados en agua todo lo que pudo y empezó a comprender.
-Te quiero-me dijo
-Me too, honeybunny, me too.
-Mucho.
-Ahora te voy a ayudar a levantarte ¿ok?
Y Sonia asintió con un movimiento de cabeza.
- Te vas a duchar y a vestir y nos vamos a ir al hospital-le dije yo.
Al oír la palabra hospital el horror se dibujó en la cara de Sonia, aunque estaba seguro que ella sabía muy bien lo que le estaba pasando, pero supongo que, de alguna manera se negaba a reconocerlo.
Hizo ademán de levantarse, pero se caía porque las piernas no le aguantaban. La sujeté y metí las manos bajo sus rodillas para alzarla. Me tambaleé, yo tampoco estaba en mi mejor momento, pero me equilibré rápidamente.
La llevé hasta el baño. Abrí la ducha y mientras el agua adquiría la temperatura adecuada nos estuvimos abrazando. Toqué el agua con mis dedos para comprobar si ya estaba lista y ayudé a Sonia a meterse en la bañera. Cogí la esponja y el gel. La enjaboné bien las piernas y el trasero que estaban rojos de toda la sangre que había expulsado.
Por la cantidad de sangre que había en las sábanas era muy probable que ya hubiese expulsado todo, pero luego lo comprobaría, había que ir hospital sí o sí.
Sonia se había espabilado un poco y la dejé bajo la ducha. Recogí el pijama ensangrentado y me fui a la habitación a inspeccionar las sábanas y la ropa sucia, no vi nada, sólo sangre. Cogí ropa limpia y la llevé al baño. Sonia seguía bajo el agua, asustada y curiosamente más preciosa que nunca.
Todo lo que siguió después se volvió blanco, lleno de desesperación.

2 comentarios:

  1. Conmueves.
    Hay frases impactantes.

    Consuelo

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  2. Muchas gracias Consuelo, espero que con esos cafés y la lectura hayas echado una buena tarde.
    Un saludo

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