Hace
ya bastante tiempo que quería escribir sobre William Borsay y aunque ya he
usado uno de sus temas más conocidos para una entrada de este blog, tenía
pendiente escribir algo sobre él y ayer que hizo diez años que nos dejó, no
podía dejar escapar el momento para contar cómo llegó a mi DeVille.
Con
quince años, en el 94, fue cuando escuché por primera vez a Willy. Comenzó a
sonar Demasiado corazón en la radio, y a mí que me gustan muchos tipos de
música, este tema con banda mariachi me enamoró. Un par de meses después apareció
mi hermano en casa con el CD Willy DeVille Live! , con esa portada con la cara
de Willy, un tipo con estilo de pirata romántico y la nariz rota, señal inequívoca
de quien ha quemado muchas carreteras y por lo tanto con mucho que contar. Fue
a partir de ese momento en el que no sólo ardió ese disco en el reproductor,
también lo hizo mi corazón a ritmo de rock, soul y ritmos latinos a todo color.
Una de esas historias musicales y eternas de amor
con el último dandy romántico.
Aquel
disco en directo del 93 contenía quince temas, todos propios excepto tres
versiones impresionantes, Cadillac Walk, Stand by me y Hey Joe. DeVille además
de hacer buenos temas es un estupendo Crooner, en parte por eso me ha llegado
siempre tanto.
Un
artista poco valorado para lo que podría haber sido, pero creo que hizo lo que
quiso con autenticidad y eso siempre tiene un precio.
Los
trece temas restantes que componen este disco en directo incluyen tanto temas
que grabó originalmente bajo el nombre de Willy DeVille como la de su anterior
banda Mink DeVille. Canciones que van del Rock al sonido Cajún, pasando por el
Soul, el Blues y todo con una mezcla de ritmos latinos.
No
dejaría un tema fuera de este discazo…estas son mis favoritas:
This
Must Be The Night
Heart
and Soul
Maybe
Tomorrow
Heaven
Stood Still
Spanish
Stroll
Tiempo
después leí la estupenda biografía/crónica sobre la vida de Willy DeVille que
escribió Carlos Zanón donde descubrí muchas cosas sobre él que desconocía: Willy
DeVille: El hombre a quien Rosita robó el televisor (Carlos Zanón - Edic,
Milenio, 2003 con prólogo de José Mª Sanz) y que recomiendo si os gusta Willy.
Probablemente
Willy siempre estuvo en el lado equivocado, un outsider, el eterno perdedor,
nunca llegó a triunfar a lo grande, y es que no sólo le sobraba corazón, sino
también talento y un savoir faire con el que lograba tocar lo exquisito y sórdido a partes iguales. Fuera en el bando o
extremo que estuviera, yo siempre me
quedo donde él esté.