Me quedaban sólo unos días para salir del
encierro. Lo que debían de haber sido tres meses se convirtieron en un año. En
todo este tiempo no paré de pensar en ella. Ni un solo instante, ni un solo
momento. Pensé que cuando dejara de visualizarla en mi mente, me olvidaría de
ella. Pero no pude, porque nunca dejé de pensar en sus ojos, en su boca, en su
risa y en su cuerpo desnudo, tendido
junto al mío. Aunque si bien es cierto que con el paso del tiempo empecé a
recordar más el conjunto y no las partes. Sonia era la razón principal por la
que aguantaba allí, ella la razón por la que decidí que tenía que terminar con
todo mi pasado si quería estar con ella de verdad.
Había pasado por tanto hasta llegar a este
punto, a este momento. Ya no recordaba
cuántas noches me había tirado sin dormir, sudando, tiritando y
vomitando hasta perder el conocimiento y al despertar al día siguiente,
levantarme de nuevo y pensar en Sonia diciéndome que me quería, que me
esperaría y que confiaba en mí. Pensar
en todo lo que tuvimos, lo que perdimos, lo que cambiamos. Esa imagen en mi
cabeza era lo único que me impulsaba a seguir en esas cuatro paredes de mierda.
Una vez que entré, me dejaron bien claro que no
podría tener ningún contacto con el exterior y creí que como en las otras dos
ocasiones, sería fácil estar allí, al
fin y al cabo, tres meses se pasaban volando. Una vez pasó el tiempo estipulado
inicialmente, me dijeron que lo mejor sería que permaneciera allí más tiempo,
porque estaba claro que en las anteriores veces, tres meses no había sido
suficiente.
Reproduje en mi mente tantas veces cómo sería
volver a verla. Encontrarse. Sentirse, tocarse, acariciarse. Escuchar su voz.
Sentir el calor de estar dentro de ella, piel contra piel y poder tocar de
nuevo el cielo juntos como lo habíamos hecho tantas otras veces.
No sabía muy bien cómo contactar con Sonia
después de este tiempo. Sabía lo que le prometí y finalmente no cumplí. Le
prometí que sólo estaríamos separados tres meses y que trascurridos estos
volvería a Madrid para estar con ella, llegamos incluso a hablar de irnos a
vivir juntos a mi vuelta, aunque nunca concretamos nada. Tras varios días
pensándolo, decidí que le mandaría una carta, probablemente con una canción que
para mí significaba mucho y esperaba que para ella también, aunque le costara
traducirla. Ese pensamiento logró arrancarme una sonrisa y eso era algo que
hacía tiempo que no me permitía. Y así creía que Sonia se pondría en contacto
conmigo, que contestaría a mi carta, que
me llamaría… no sé… algo; pero no fue así, tuve que ser yo, como casi siempre,
quien tuvo que mover pieza.
Buen relato sobre la espera y el ansia del reencuentro.Sobre como cambiar para intentar que el pasado sea mejor y el futuro aun mas
ResponderEliminarGracias por dejar un comentario. Me alegro de que te haya gustado :D
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