Han sido, son y probablemente
serán tantas las veces que he dicho esta frase de “echo de menos” que he
pensado qué menos que escribirlo, qué menos que intentar sacar algunos demonios
de dentro.
¿Por qué echamos
de menos? Puede ser que como dice la canción lo mismo te echo de menos como
antes te echaba de más, es posible pero a mi no me suele ocurrir…
¿Qué tiene ese
sentimiento tan conocido? Ese dolor que te atraviesa el pecho y que se instala
en el corazón sin tiempo determinado y te pone en la mente la imagen de una
persona, de un momento ¿Se puede echar de menos algo que nunca has tenido? Sí,
sólo que donde se echa de menos siempre hubo algo, una ilusión, un sentimiento
que te pertenece, que es tuyo y no hablo de posesión, hablo de ese momento que te guardas para ti y jamás abandonará tu
memoria...una palabra, un gesto, un abrazo, una caricia, una mirada, un
beso....MAGIA; todo esto pudieron ser nada más que momentos fugaces pero para
ti existieron y son más que suficientes para echar de menos, para desear que
esa persona especial esté a tu lado en algún momento puntual o incluso siempre.
Si la vida fuese fácil ese deseo sería compartido y ese dolor duraría un solo
instante, pero no, la vida no es fácil y si lo fuera no aprenderíamos nada ni apreciaríamos
los buenos momentos, esos de autenticidad y todo lo bueno que nos llega y
seguramente que esté por llegar.
Pudo ser ayer, puede ser hoy, quizás sea mañana pero lo que es seguro es que es ahora, en este preciso instante, eso que piensas, eso que te llena de un vacío infinito, eso es echar de menos.
¿Deberíamos
abandonar ese sentimiento? Es posible que para ser completamente feliz sí, pero
qué culpa tenemos de tener esa manera de sentir, qué culpa tengo yo si nunca te
eché de más....Por qué no echar de menos, por qué no dejarse llevar, por qué no
abrazar, por qué no besar, por qué no sentir la magia fluyendo por los dedos; lo
chungo de esto es el “pero aquí estoy” porque nunca dejo de estar.
El que tanto
echa de menos amará en la distancia, en el recuerdo y terminará sufriendo por
ese sentimiento.
Espero que
llegue un día en que dejaré de echar de menos porque nunca fui capaz de refugiarme en la
barrera del tiempo y el espacio, ese muro de metacrilato, esa pared para mi
nunca existió porque siempre la derribé con el corazón, con lo que soy, con lo
que tengo, para bien o para mal…
Ahora sólo deseo
que el dolor deje de venir a visitarme y que poco a poco esa maldita melodía
deje de sonar cada vez que cierro los ojos y que el deseo abandone todos y cada
uno de mis sueños y que llegue el día en que me dé igual aunque sólo sea un poco pero que llegue ¡Joder! ¡Qué llegue!
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