Fue una tarde como otra cualquiera,
Una más sin pretensiones, sin
esperas ni esperanza.
Yo quise salir intacta,
de tu mirada, del humo de mi
cigarrillo
que yo ya podía ver sobre la cama.
Tocada.
Tus palabras, perfectas, precisas.
Las mías, atropelladas.
Te mantuve la mirada adivinando el
tacto de tus labios.
Intacta decía yo…intacta.
Aquí, en Madrid dejé abierta mi ventana,
donde los vertederos de luces y amor
te van consumiendo como el asfalto
y el tiempo se disipa como las burbujas en las que me he
dejado atrapar por ti.
El aire y la química no esperan a
nadie,
Ni siquiera a ti ni a mí.
Aquí, en este pequeño
reducto de gente loca y bebidas gaseosas,
fumo y pienso en ti.
Hay tiempos y ciudades que lo devoran todo tras su paso,
como tú que has consumido una parte de mi,
Igual que este cigarrillo,
quiero que sea el último que me fumo pensando en ti.
Hoy es otra tarde cualquiera
y no puedo dejar de preguntarme:
¿cómo pudiste quedar intacto?
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