Soñaba que no era un sueño
en una mañana de domingo.
Levantaste la persiana
y nos inundó el calor del amanecer.
Encendiste la radio
y volviste a la cama.
Olía a café recién hecho
y a ti.
Sonaba el amor, sonaba Otis,
tu dedo índice en mi mejilla
me terminaba de despertar;
tus ojos vertiéndose sobre los
míos.
Tus labios rozando mi boca,
tus brazos, abrigándome.
Tu pelo, protagonista absoluto
entre mis dedos.
Y si tuviera que volver a nacer
lo haría otra mañana de domingo
entre tus brazos, con Otis
y un sueño al despertar.
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