miércoles, 16 de marzo de 2016

HASTA NUESTRO PRÓXIMO BESO


Quiero volver a aquella tarde.
Retroceder en el tiempo
que suene esa canción, la que fue nuestra
y que vuelvas a girarte, mirándome,
con el reflejo del deseo brillando en tus ojos,
buscando ese beso, y otro y otro más.



Pude sentir que no cambiarías ese momento por ningún otro,
ni por nadie más.
Fuimos especiales aquella tarde
pero no eternos, sólo este recuerdo lo es…
Mis manos alrededor de tu nuca,
las tuyas sujetando mi cara…
Otro beso, risas, el mordisco, prisa por más.
Nuestras lenguas quemando el deseo,
queriendo huir de las miradas ajenas.
Solo un instante.
Hasta nuestro próximo beso.
Las tardes de este medio invierno
Siguen siendo demasiado frías sin ti.
Quiero el calor de aquellos labios.
Quiero volver a aquella tarde.



viernes, 4 de marzo de 2016

QUISIERA SABER



Quisiera saber
si aún saldrá el sol para nosotros.
Si entre tanta oscuridad, una brecha
nos podrá volver a iluminar.
Si los nuevos comienzos no son finales reciclados.
Si dentro de cien años o más,
seguirás mirándome igual.


Si mañana,
seguirán tus dedos acariciándome el alma,
si los te quiero caducarán porque habrá muchos más.
Si podremos seguir siendo los que creíamos ser,
si aquel tren será de largo recorrido
Si la música y la melodía de nuestras palabras
no dejarán de sonar.
Quisera saber,
quisiera saber que estarás.
 

lunes, 11 de enero de 2016

BOWIES BODY IS STARDUST AND STARDUST NEVER DIES (Anna Kim Petty)


EL CAMALEÓN DEL POP, ROCK, SOUL, FUNK, DISCO

Escribir con la lágrima a punto de caer, puede que no sea la mejor forma de empezar o sí. Ya no lo sé. Acabo de mirar todos mis singles de Mr. Bowie (como yo siempre decía) y me inunda una tristeza que te cagas.


Escucho The Rise and Fall of Ziggy Stardust en este momento y pienso en la cantidad de pasillos de metro que he recorrido con los cascos puestos y escuchando este disco y por encima de cualquier otro tema Suffragette City.
Recuerdo las tardes frente a la tele cuando no tenía ni puta idea de quién eras (no fuiste de esos artistas a los que descubrí demasiado pronto para mi desgracia) veía Dentro del Laberinto (30 años ya de esta película) y me creía que era Sarah (Jennifer Connelly) y sólo pensaba en que no me hubiese pensado ni un momento en quedarme para siempre contigo, Jareth, El Rey de los Goblins.
Otra de esas películas de niña que me recuerdan siempre a ti  es The Breakfast Club, comenzaba con una de tus grandes canciones Changes…. ya nos mostrabas aquello a lo que aspirábamos con ansia.


Y el adolescente incomprendido de C.R.A.Z.Y. cuánto pude acordarme de aquellas tardes tirada en la cama mientras escuchaba Space Oddity, Aladdin Sane, Hunky Dory y algunos otros. Épocas en las que me sentía una outsider y en las que tus canciones me daban respuesta a todo.
Hoy mis recuerdos no duelen. Te traen de vuelta aquí, a mi pequeño reducto de estrellas, de sueños y menos glam de lo que me gustaría.
Son muchos los temas que podría nombrar pero siempre hubo uno con etiqueta de canción perfecta y no es otro que The Man Who Sold the World, aquí os lo dejo.


Su último adiós, su despedida. BlackStar. El primer día no le pillé el gusto (me suele pasar) había que darle otra vuelta. ¡Fantástico trabajo!
25 discos. 69 años. Savoir faire por cada nota, por cada movimiento, por cada poro de su piel. ¡¡¡Larga vida al Rey del Glam!!!
David Robert Jones, seguiré perdiéndome contigo en este Laberinto. RIP



miércoles, 9 de diciembre de 2015

QUIZÁS MAÑANA




Quizás mañana busque tu mirada,
tu sonrisa, tu voz.
Quizás mañana quede el sabor
de mis besos, de tu lengua.
Quizás mañana quede el vago recuerdo   
del olor en nuestra piel.
Quizás mañana vuelva a aquel bar
esperando una visita inesperada.
Quizás mañana nos encontraremos,
sin miradas, sin sonrisas.
Quizás mañana, mi voz se quede muda
aunque se muera por gritar.
Quizás mañana, ese mañana no exista.

viernes, 13 de noviembre de 2015

ANTONIO GADES EL BAILAOR DEL COMPROMISO ÉTICO Y DE LA DIGNIDAD



Antonio Esteve Ródenas (Elda, Alicante 14/11/36 – Madrid 20/07/04), artística y popularmente conocido como Antonio Gades.
Aquí, donde no dejo de abrir cajas de recuerdos, tengo uno guardado desde hace muchos años que  ha ido cobrando cada vez más vida en mi memoria  por mi simpatía y cierta cercanía hacía el partido político al que como trabajador de clase, comunista e internacionalista perteneció y militó, Antonio Gades, el PCPE.


Quienes puedan leer este blog o bien me conozcan sabrán de mi pasión por la música y entre otros estilos, el flamenco.
Desde muy pequeña lo he escuchado y vivido por tradición familiar. Mis padres, grandes aficionados me llevaban con ellos a peñas flamencas y fue algo que se me metió en las venas; a menudo he pensado en que podría haber aborrecido el flamenco pero eso nunca ocurrió, al revés se quedó y abrasó.
En una peña flamenca a la que acudíamos a menudo, había un cartel de Carmen (Carlos Saura, 1983) en el que lógicamente aparecían Antonio Gades y Laura del Sol con una frase que nunca he olvidado “Inspirada en la novela de Merimée y ópera de Bizet” sólo era eso, pero aquel cartel con  Gades tan flamenco y tan majestuoso se me quedó grabado. Hace un año y medio acompañé a unos amigos al Centro Obrero y Popular Antonio Gades, sede del PCPE en Madrid y al encontrarme con la imagen de Gades y la frase (que ya conocía)“Yo de artista nada porque yo no me considero un artista. Yo me considero un trabajador, trabajador de la cultura, pero un trabajador”. Esta coincidencia me hizo recordar aquel cartel de Saura, aparte de que me animaran a escribir algo sobre él.

 

En estos tiempos que corren en los que aunque la gente se une para luchar contra  ciertas injusticias, la realidad es que se ha ido difuminando la esencia de lo colectivo y la unidad obrera. Si hay algo que nunca hay que olvidar es de dónde venimos y lo que somos, ni perder la conciencia de clase como individuo pero sobre todo de colectivo porque la victoria siempre se alcanza en conjunto y unidos.
Hay personas que desde muy jóvenes saben lo que cuestan las cosas. Luchan con dignidad, trabajo, esfuerzo y ese aguante inherente e insaciable de la clase obrera. La vida mancha y no, no mancha a todos por igual.
Mañana, 14 de noviembre, Antonio Gades hubiese cumplido 79 años, hijo de obrero republicano siempre tuvo esa conciencia, la de la más pura necesidad, la esencia de la clase obrera. 


Por necesidad comenzó a bailar rozando el año 50 y sus habilidades le llevaron por todo el mundo representando diversas obras tanto en ópera/teatro como en el cine.  Trabajador disciplinado y luchador incansable, fue atacado en diferentes ocasiones por la dictadura franquista, intentando que muchos de sus espectáculos fuesen un fracaso.
Algunos de sus trabajos más representativos:
En cine participó en Los tarantos, Fortunata y Jacinta, Días del pasado, Bodas de Sangre, Carmen, El Amor brujo y Flamenco.
Y en teatro realizó los montajes de El Amor Brujo,  Bodas de Sangre en donde reunió todo su saber, sobriedad, seriedad y por encima de todo la esencia de Lorca, Carmen de Bizet y Fuenteovejuna, su último montaje donde fusionaba a la perfección lo clásico y lo moderno, no sólo por todo lo que representa la obra de Lope de Vega sino por el baile en sí.
Cuba era el puerto de su vida y allí, donde le baña el mar, descansan sus cenizas, arraigadas a la tierra que él nunca pisoteó sino que acariciaba con su zapateo.
Antonio, por aquí siguen haciendo falta tipos como tú. Tu figura, tu baile, tu lucha, tu persona.

Pero él ya no está. Por eso
Antonio Gades, te digo:
lo que yo,
esto que te he dicho,
lo hubiera dicho mejor
Federico.

Rafael Alberti




martes, 20 de octubre de 2015

REFUGIO



Ese pequeño refugio que era tan nuestro.
Tan mío.
Todo lo que soy
La ligereza,
La transparencia,
La frescura,
El miedo inmaduro.

Aquel refugio
Donde los sonidos jugueteaban
Los sabores se mezclaban
Y eran ya viejos conocidos.
Tu piel
Mi piel

Aquel refugio
Era como la mar
Que sin palabras
Y diciéndolo todo y nada
Mecías las olas de mi cuerpo
Adentrándome
Poco a poco
Hacia la profundidad del mar.

Este refugio
Ahora es cieno.
Los sonidos están rotos,
Los sabores amargan,
La piel áspera.
Ahora LA NADA.

martes, 15 de septiembre de 2015

Y NO LLEGÓ LA PRIMAVERA



El otoño dejaba caer sus últimas hojas
resbalaban inquietas en sus manos.
Puede que fuesen como el destino
aquel que no era suyo,
y siempre se le escapaba.
Volvía aquella vieja sensación…
la de no merecer.
Quizás fuese el otoño, quizás ella.

Le miraba tras el cristal.
Y esbozaba aquella eterna sonrisa tonta,
sonrisa de enamorada.
la de después  del café,
la de cuando se miraban,
la del “bésame”.
Las manos buscándose bajo la mesa,
su mirada absorbiéndola,
sus labios pidiendo más.
Y aquella sonrisa.


La que mantuvo durante el invierno,
con muchos besos, muchos más cafés
y todas las sonrisas tras el cristal.
Ella pensaba en la Primavera,
en los paseos agarrados de la mano,
los besos furtivos en mitad de ninguna parte…



Pero aquellas manos dejaron de darle calor,
Los besos se congelaron,
La miradas se apagaron
Y no llegó la Primavera.
Sólo el frío, la soledad vacía tras el cristal
Y el café, sola, sin sonrisa.

martes, 23 de junio de 2015

MANUEL MOLINA, MÚSICA, VIDA Y COLOR DE UN SOÑADOR



Tiempo ha pasado desde que no dejo caer la pluma -dedos sobre el teclado- por este pequeño e íntimo blog de memorias, vivencias, opiniones y cositas muy mías.
Me jode que haya sido una noticia tan triste la que me haga escribir en este blog por primera vez en el 2015 pero llevo más de un mes dándole vueltas a la cabeza y no puedo, ni debo, ni quiero dejar de hacerlo porque así es como lo siento.
 Este es mi humilde homenaje a un gran guitarrista, cantaor, compositor, poeta, persona…en definitiva MÚSICO: Manuel Molina, único y singular.
“…Yo vengo a darte los recuerdos de un hombre que conocí, vive, vive pero siempre vive acordándose de ti….”


Manuel Molina nació en Ceuta (1948) pero pasó su niñez en Cádiz y más tarde casi toda su vida hasta su muerte (2015) en el barrio de Triana (Sevilla)
 Que nadie vaya a llorar, que nadie vaya a llorar, el día que yo me muera. Es más hermoso cantar, aunque se cante con pena
He visitado Sevilla tres veces en mi vida y qué puedo deciros a parte de que me robó el corazón pero lo que más lo hizo fue el barrio de Triana, me sentía como en casa. Cada una de las veces que llegaba a su fin la calle San Jacinto y que cruzaba el Puente de Triana sólo pensaba que llegando a Sevilla centro me convertía  un poco más en “extranjera”, en poco días ya me sentía trianera.
 "Hay en Sevilla un tesoro que guarda mi corazón / La Giralda, la plazuela, mis amigos y El Tardón"


En 1971, el productor Ricardo Pachón, que tenía metido en la cabeza el disco que había grabado Sabicas con el guitarrista  americano Joe Beck, le prometió a un joven Manuel Molina librarse de la mili si se unía al grupo underground  de rock  Smash. De esta formación salieron varios temas de fusión que son tenidos como el germen de lo que sería posteriormente el rock andaluz. Los más conocidos son  El Garrotín, El blues de la Alameda, Ni recuerdo, ni olvido y  Tangos de Retama. Recomiendo el  fantástico documental Underground, la ciudad del arcoiris (Gervasio Iglesias, 2003) donde se cuenta la historia del grupo entre otras cosas muy interesantes que no hay que perderse.

  
El cantaor, guitarrista y compositor cambia su trayectoria musical tras su unión, sentimental y artística, con la cantaora Lole Montoya. Y en 1975 sale a la luz Nuevo día, un disco de flamenco de altísimas ventas y que lleva a la pareja a lo más alto del éxito. A este disco le  seguirían muchos más, entre ellos: Pasaje del Agua (1976), Lole y Manuel (1977) y Al alba con alegría (1978) y otros hasta mediados de los 80 ya que la pareja se rompe sentimental y profesionalmente. El dúo tiene un reencuentro y en 1994 sale a la venta el disco Alba Molina al que le sucede un directo Una voz y una guitarra que pone fin a su carrera conjunta.
Manuel lo intentaría en solitario en 1999 con La Calle del beso, una grabación que contó con la coproducción y arreglos de Antonio Rodríguez 'Smash' y con la colaboración de su hija, Alba Molina, un disco con poca repercusión pero único al igual que su autor.


Manuel Molina lo fue y lo hizo todo., fundió el flamenco con el rock, con la música árabe, la clásica….sus canciones sonaron en diferentes bandas sonoras como Flamenco de Carlos Saura, Todo es mentira de Álvaro Fernández Armero y Kill Bill de Quentin Tarantino
He crecido con su música y también forma parte de mi banda sonora más íntima y particular, tus canciones siempre me acompañarán a todo color y tu imagen abrazando la guitarra no la olvido.
"Tuve un sueño marinero cuando me monté en tu barca….” Y seguiré soñando con tu música, con tu poesía.
Manué, en Sanlúcar te espera la mar inmensa…descansa en paz.





miércoles, 17 de septiembre de 2014

UNAS COPAS, UNOS AMIGOS Y UN POQUITO DE ROCK & ROLL


Hay grupos de música y sus canciones que forman parte inevitablemente de mi vida, Burning por supuesto forma parte de ese grupo, es especial.
Hace un par de semanas me llegó una invitación por Facebook a un evento que organizaba Jesús Almendro, el mayor fan de Burning que conozco. Se trataba de una exposición de fotos de Burning que con la ayuda de algunos amigos había conseguido reunir para el deleite de todos los que asistimos y los que espero sigan asistiendo a ese templo de la banda.
La noche del 11 de septiembre caminaba por las calles de la Elipa y ciertamente debo decir que había cierto aire a rock and roll en el ambiente. La puerta del Pub Clapton estaba a rebosar,  varias generaciones del rock se daban cita en la exposición e incluso alguna cámara de cine para un documental que están rodando por los 40 años del grupo.
Entré al local y saludamos al anfitrión (me acompañaba una amiga) y no sé por qué pero tuve la sensación de que asistía a algo especial y que la sonrisa de Risi nos acompañaba como uno más. La música de Burning sonaba mientras veía todas y cada una de las fotografías que se exponían, eso que había allí era pura sangre.
 

 
Tocaba salir a fumar y me topé con un cartel original de la película Qué hace una chica como tú en un sitio este que había llevado Jesús Ordovás, no pude más que acordarme de cuando vi la película hace muchos años, era bastante pequeña y aunque ya conocía la canción hizo que me gustara aún más y por supuesto flipé viendo aquel cartel. Por no contaros la de veces que me han dicho esa frase cuando empezaba a salir por garitos y cantaba sin saltarme una estrofa canciones de Burning y otros tantos.


 
Johnny Cifuentes se pasó por allí junto al guitarrista del grupo, Nico Álvarez y yo que nunca había visto tan cerca a Johnny, tengo que decir que se le veía un tipo muy natural y cercano e incluso se quitó las gafas de rock. Seguro se sentía como en casa, ahí no había pose. También acudieron familiares de Pepe Risi y Quique Lanstrung.
Sé que la velada se extendió hasta tarde y que se hizo una improvisada y conmovedora Una noche sin ti pero bueno….yo sintonicé a los Stones y tomé rumbo a casa.
Esto no es ningún atraco pero estoy segura que si os pasáis a ver la exposición con vuestras chupas de cuero y las gafas de rock os vais a sentir mucho mejor.

viernes, 12 de septiembre de 2014

UNA GASOLINERA, FAULKNER Y LA LLUVIA


Sé que lloraré, eso fue lo que me dije a mí misma en el primer instante en que cruzamos nuestras miradas en la librería y me acerqué a preguntarle si podía ayudarle en algo.
-Busco  algo de Faulkner-me respondió
¡Vaya algo de Faulkner! eso era mucho más que una intención y si ¡Céntrate, Marla, céntrate! Además si me mira así, no sé adónde vamos a llegar...
-¿Alguna de sus novelas en concreto?-le pregunté
-Me da igual mientras sea de Faulkner-respondió
-En ese caso podría recomendarle por ejemplo Mientras Agonizo o El Ruido y la Furia, puede incluso llevarse Los rateros, fue premio Pulitzer.
El interesante y misterioso cliente me miró fijamente y sonrío.
-Eche un vistazo, le dejo que lo piense.
Volví al mostrador y le dejé pensando.
Luis y Sofía etiquetaban los nuevos ejemplares que habían llegado y no habían perdido ojo de mi conversación.
-Marla, este es el cliente del que te hemos hablado, viene una vez a la semana a llevarse un ejemplar de Mientras agonizo. Ya verás, se quedará un rato mirando los libros de Faulkner pero siempre se lleva el mismo título-me dijo Sofía
-¿Es este? Bueno no me habías dicho que era así….-le pregunté sorprendida
-¿Así cómo?
-Así tan....tan interesante-dije riéndome
 Sofía y Luis rieron conmigo. Eran muchos los años que llevábamos trabajando juntos y la complicidad entre nosotros era más que notable.
Tal y como me había comentado Sofía, el extraño e interesante cliente se acercó a la caja con un ejemplar de Mientras agonizo en sus manos.
-Me llevo este-dijo tendiéndome su tarjeta de crédito.                     
Le cobré y guardé su libro en una bolsa cuidadosamente.
-Muchas gracias Sr. Burden espero volver a verle por aquí. Por cierto....me llamo Marla.
-Daryl, encantado-me saludó estrechándome la mano-Por supuesto que volveremos a vernos, Marla -me dijo mirándome fijamente a los ojos y esbozando una media sonrisa.
A mis cuarenta y pocos, nunca, nadie me había mirado así, reconociéndome. Mi pelo rojo podría haber ardido con la misma facilidad que un papel.
El día transcurrió con normalidad pero yo no pude dejar de pensar en esa mirada, en esa sonrisa, en cómo sería, a qué se dedicaría, cómo besaría…
 Al salir me estaba esperando con su moto, llevaba el casco puesto pero le reconocí por la cazadora de piel negra. Hacía calor para llevar cazadora, sólo que él debía ser uno de esos tipos que siempre la lleva puesta haga el tiempo que haga, marca de la casa.
Se levantó la visera del casco y me hizo un gesto para que montara en la moto. No me lo pensé ni un segundo, lo hice.


 
Me llevó a uno de esos bares a los que una mujer no suele entrar sola a pedir un café, más que nada porque puede que ni siquiera lo sirvan y sobre todo porque no te atreverías a entrar para averiguarlo.
Como si Dennis Hopper y Peter Fonda no hubiesen estado lo suficientemente colocados a lomos de sus motos y Born to be Wild no sonara a todo trapo en aquel garito con una única luz sobre la mesa de billar en la esquina izquierda  y con un penetrante olor a bourbon en el escaso aire que se podía respirar; así era él, un espíritu libre y yo desentonaba en ese decorado pero estando junto a él todo me parecía un cuadro perfecto.
Nos tomamos una cerveza y charlamos y reímos y nos miramos y nos medimos y volvimos a reír y a beber y a charlar y a reír y a mirarnos...y yo no dejaba de sonreír.
Al salir, llovía. Me fascinaba la lluvia y bajo esa lluvia ya casi veraniega nos besamos.
Fue mucho mejor de lo que había estado imaginando todo ese día. Fue como el recuerdo del primer beso: dulce, apasionado, puede que incluso un poco torpe pero lleno de un deseo tan loco e irracional como inocente.
Aquella noche terminamos en su casa, entre sus sábanas de algodón blanco como casi todas y cada una de las noches de ese verano tan caluroso. Me hizo sentir como en mi propia casa, como en mi propia cama, como en mi propia vida, esa que siempre quise tener.
Desde el primer momento que crucé el umbral de su casa me dijo que  me sintiera como en la mía pero que sólo había una habitación de la casa en la que nunca debería entrar. No era  más que una puerta como otra cualquiera, de madera oscura con el tirador dorado y me lo dijo: no debes entrar ahí. Y entré.
Entré en mitad de la noche, a hurtadillas e intentando no hacer ruido que es como se supone que se hacen las cosas prohibidas o al menos así lo hacía cuando era niña.
Estanterías llenas de Mientras Agonizo, la vista no me alcanzaba a ver ningún otro título y un cuadro con un árbol genealógico con el nombre de William Faulkner en su cabecera. Sólo tuve que hilar hasta la parte inferior del cuadro. Daryl Burden, ahí estaba su nombre ¿un descendiente del propio Faulkner o alguien obsesionado con el autor? No lo sabía y puede que nunca lo hiciese.
Volví a la cama y me encendí un cigarro. Daryl se despertó y me preguntó si estaba bien, le mentí. Fumamos e intentamos dormir pero ni él ni yo lo conseguíamos.
Salimos de su casa en mitad de la noche para comprar cigarrillos. El viento fresco golpeaba mi cara y no sería lo único que quedaría golpeado esa noche.
Llegamos a la gasolinera, bajé de la moto y le miré. Lo sabía, él lo sabía. Me dirigí a la tienda a por los cigarrillos. Oí un acelerón. Salí a la calle con el paquete de cigarrillos en la mano y le vi alejarse en la oscuridad de la noche.

 
Sólo él pudo entrar y salir de todas las formas posibles e inimaginables porque yo fui como no me había permitido ser en mucho tiempo, como uno de mis libros, uno de esos libros abiertos que se dejan leer con facilidad y que nunca serán una obra maestra.
Distinguí una luz a  lo lejos, creí que era él pero el dúo de luces que se acercaba me dejaba muy lejos de su moto.
La última mirada al igual que el beso de despedida ni siquiera dejaría de saber salado porque ya no me lo daría.
La noche se cernía como una losa sobre mí una vez más. El cielo se iluminó, llovía y yo me calaba como cala el amor, hasta el alma, hasta los malditos huesos.
Ya sólo quería llegar a casa, descansar la pena y secar las lágrimas sobre mi almohada, en lo poco que quedara de su olor.
No debí abrir esa puerta, hay puertas que nunca deben abrirse. Ganó la curiosidad aún cuando no jugaba y eso fue lo que lo estropeó todo. Para él fue y fui el fin; ahora lo sabía.
Al día siguiente salí a la calle. Me encontré un paquete en el buzón, sin nombre, sin destinatario. Lo abrí. Era un ejemplar de Mientras Agonizo. Y bajo la misma lluvia que me calaba la noche anterior, lloré y sentí la desazón, la agonía en mi corazón.