Me
transporto a aquel momento,
tan
íntimo, crudo
donde
se deshacía el pensamiento,
con
la torpeza de imaginar
que
quizá fue dulce el sufrimiento.
La
oscuridad que invadía al edificio se reflejaba en cada esquina.
Sin
previo aviso, la luz aparecía...
ocupando
un espacio tan ínfimo y pequeño que apenas se sostenía.
La
retina estaba concentrada en largas penurias pasadas...
Puede
que el tiempo aniquilara esa fachada,
pero
la foto deja constancia
de
que el dolor y la esperanza existieron en su morada.
Una colaboración de
Mariluz Miguel Sánchez
La luz siempre presente, esa luz que a veces lo es todo. Muchas gracias por participar en el aniversario. ¡Un beso enorme!
ResponderEliminar