Hace
algún tiempo alguien me preguntó que me hacía especial. Pues
aparte de aguantar las resacas como un campeón no supe que decir.
Siempre he pensado que especiales nos hacen los demás, son capaces
de vislumbrar ese algo que te hace brillar en la oscuridad aunque sea
de lejos. Que necesitamos de otro para que esa circunstancia
distintiva pueda vivir y surgir a la superficie. No solo las personas
son únicas y se adhieren a tu día a día de una u otra manera,
también las canciones se convierten en dogma de fe. Como filosofía
de supervivencia he adaptado y adoptado esas frases contenidas entre
acordes que se han tatuado por derecho propio en mi alma. “Pon
esa música de nuevo son un montón de recuerdos...” porque
las sonrisas y las lágrimas se atan de por vida a un estribillo. “No
pienses que estoy muy triste si no me ves sonreír, es simplemente
despiste, maneras de vivir” especialmente
esa mañana que frente al mundo juraste que no serías como ellos.
“...Even
the losers get lucky sometimes...” cuando
aprietas los puños y sonries de forma maliciosa al comprobar que los
planes a veces terminan saliendo bien. “...That
night we went down to the river
And into the river we'd dive...” ya que al final las cosas importantes de la vida son aquellas que necesitan el contacto de la piel y no el del papel impreso por un banco.
And into the river we'd dive...” ya que al final las cosas importantes de la vida son aquellas que necesitan el contacto de la piel y no el del papel impreso por un banco.
En
estos tiempos modernos que nos ha tocado vivir olvidamos la
importancia del contacto humano, de una mano extendida que a veces
camina a través de una conexión de internet. La blogosfera llegó a
ser algo maravillosa hasta el momento en que el ego fue mayor que las
palabras, cuando la palabra blogger cobró demasiados visos de
oficialidad. Una desmesura que lo llevó a su muerte prematura por
exceso y dejó resistiendo solo a aquellos a los que motivaba la
pasión. Sigo visitando los blogs que me gustan en una tradicional
estación de penitencia a la que pondría nombre de discos
maravillosos. Este tren que recorre los raíles de las palabras
encontradas hará paradas en “La estación de los corazones rotos”,
en “Algún lugar de la marcha”, en “El patio”. Apeaderos
donde conviven los recolectores de circunstancias en forma de
escritos en esta pared virtual. Precisamente en uno de ellos mora
Tina Jara que ha marcado en rojo en el calendario el séptimo
aniversario de su Tina's
heart shaped boxes
porque el siete para ella es algo especial. Y me abre la puerta de su
rincón para que moren mis historias durante este día. ¿Por que es
especial Tina, debería ser la pregunta?. A pesar de ser dos
perfectos extraños, la conozco a través de las ventanas que va
abriendo en su blog y en su TL de Twitter mostrando a un público
diverso y agazapado tras un teclado aquello que necesita mostrar.
Tina nos muestra una señal luminosa junto al timbre que anuncie
nuestra llegada anónima al dominio de sus palabras, de sus
sentimientos encerrados. Y por ello, yo que junto a letras encerradas
en una canción colecciono frases que las ejecutan las manos pero por
orden de las entrañas. Por eso querida Tina te robo aquello de “Y
a estas ganas de llorar las llamaré como me salga del coño”
porque nunca tanta libertad individual se disfrazó de rabia para
soltar un sentimiento.
Y es que a nuestras ganas de llorar, de reir, de luchar o de gritar
siempre les pondremos como nos salga del coño porque si algo jamás
nos podrán robar en estos tiempos inciertos en los que los gurús
han cambiado los púlpitos por las redes sociales y en el que los
informativos han manchado hasta lo indecente el significado de su
nombre solo nos queda el ser capaces de seguir en pie. Me asomo a la
terraza y grito. No me importan las caras de los extraños, me sobran
los signos de indulgencia, me causan indiferencia los consejos
paternales. Aprendo de mis errores y no me arrepiento de ellos porque
jamás actue de mala fe. Y si lo hice alguna razón tendría. Miro
hacia mi equipo de música y antes de comenzar la siguiente canción
la megafonía anuncia que en cinco minutos el tren estacionado en la
vía principal tomará la salida. Mientras Bryan Adams grita a voz
viva que el verano del 69 fue el mejor de su vida me voy preparando
para la próxima visita. Y recuerda querida Tina, que a nuestras
ganas de llorar, gritar, correr, hablar o saltar les pondremos como
nos salga del coño.
Una colaboración de Carlos Tizón
Blog Motel Bourbon
Una colaboración de Carlos Tizón
Blog Motel Bourbon
Muchísmas gracias por participar en el blog. Gracias por la facilidad, por tener la naturalidad como seña de identidad en todo lo que haces, por el rock and roll y sobre todo por esa autenticidad de la que no se alardea pero está implícita en cada palabra.
ResponderEliminarEspero no dejar de llorar, gritar, correr y hablar como me salga del coño porque si un día dejo de hacerlo, perderé lo que soy, perderé la capacidad de sorprenderme y de vivir.
GRACIAS
Ná, gracias a ti por invitarme y por la inspiración con la frase. Como bien dijeron Leño, solo son maneras de vivir
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