Estuve esperando que pasara
durante diez semanas.
Cuando salía de trabajar, cambiaba
el escenario y caminaba por una ciudad vacía, solitaria y muda, como si se
hubiese congelado el tiempo y solo me moviese yo.
Sentía que era una misma
secuencia una y otra vez, con actos y pensamientos que funcionaban de forma
automática, sin lugar para las emociones. Y soportando una responsabilidad que me
pesaba y me asfixiaba, pero que cuando por fin conseguía que aflojara, hacía
que volviese el terror. Nadie nos había preparado para algo similar, esto no lo
encontramos en las clases magistrales y estábamos totalmente solos.
Durante ese
tiempo actué de forma automática, casi instintiva, como nos han contado a lo
largo de los siglos todos los que sobreviven a un desastre natural. Cada éxito
se celebraba con aplausos, cada fracaso evitable, era una punzada cada vez mayor.
Mejor seguir y no pensar.
Pero pasa. Un
día pasa. Tu música está esperando y consigue que te liberes, porque siempre
hay un lugar donde ya no hay dolor. Somos nuestras emociones, y las mías
siempre van envueltas en música. Ya sabéis, “todavía creo en la magia de una
canción que me emociona y me hace llorar”.
Gracias,
música.
(Cuando pase el temblor es una canción
escrita por Gustavo Cerati en el año 1985)
Mil gracias siempre a ti, Raqui. Ha sido un placer contar contigo en este décimo aniversario, espero que repitas en el próximo...le daremos al play, nos pintaremos los labios de rojo y sonreiremos cuando pase el temblor. Un beso enorme, amiga.
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